Vive en el mundo real
La honestidad, como muchos otros valores, empieza en casa, en otras palabras, contigo mism@. El sexo puede ser un verdadero campo minado cuando se resume a juegos, ilusiones, manipulación y control, incluso aunque no se tenga esa intención. Tener la disposición y la capacidad para ser honesto sobre tu sexualidad es tu mayor herramienta para ser feliz y saludable.
Debes estar dispuest@, por ejemplo, a echar un vistazo más profundo a lo que quieres y a lo que necesitas, para que puedas tomar decisiones de acuerdo a eso. Por ejemplo, si sabes que no estás completamente segura sobre ir más allá con tu compañero@, no digas que sí solo por miedo a perder a tu pareja si no estás de acuerdo con ella. Si sabes que te cuestionas tu orientación sexual, sé clar@ en ese punto con tus compañer@s potenciales. Si sabes que no puedes ser sexualmente activa sin mentir a tu familia y amigos, considera hacer un alto hasta que puedas ser honesta al respecto. Si alguien gusta de ti, y tú también, pero no de la misma manera, díselo, no lo controles ni intentes tomar ventaja de ello. No hagas promesas que no puedes cumplir: promesas de amor eterno (aunque en ese momento lo sientas de esa manera), de monogamia, de favores sexuales que no estás segura de querer hacer.
Exige honestidad de tus compañeros como de los otros involucrados –incluso tangencialmente- en tu vida sexual: amigos, familia, tu doctor; y aprende a aceptar esa honestidad, incluso si esto no es tan fácil. Estar en un ambiente de honestidad significa que las personas con las que interactuamos nos dicen lo que sienten, en vez de lo que ellos piensan que necesitamos oír; lo cual no siempre es agradable, pero a corto y a largo plazo es lo mejor para todos.
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